martes, 13 de diciembre de 2011

Somos así de comprensibles.

Cometemos un error y no aprendemos, sin embargo, nos enganchamos a él como si se nos fuera la vida en ello. Tropezamos con la misma piedra tres veces y estamos deseando tropezar con ella otras tres veces más. Podemos tener a los tíos más adorables detrás nuestra, esos que nos regalan cielo y tierra, que nos ofrecen la vida en bandeja de plata, pero nada importa, vamos buscando a uno que nos la ofrezca en platos desechables. Nos complicamos la vida con el típico tío que todo le da igual, que nada le importa, ni siquiera tú. Con ese que tiene sentimientos con una de cada mil, y nosotras nos empeñamos en convertirnos en la ideal. Con el que nos hizo llorar mil veces, por cada vez que reímos, pero esa única sonrisa es la que vamos buscando. Somos así de cabezonas, no creemos en imposibles, no nos rendimos a la primera, no tenemos solución. Cuanto más difícil sea, más nos encaprichamos.

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